A la francesa
Así, a la francesa, es como han amanecido ayer martes muchas carreteras y puertos en España; y no porque nadie se haya despedido de tal modo, sino porque nuestros agricultores se han dado cuenta de que, lamentablemente, no hay mucho más remedio que seguir el camino marcado por, curiosamente, quienes les han vilipendiado y considerado sus peores enemigos.
Sin embargo, los agricultores españoles están demostrando ser algo más listos, o quizás algo más honrados que sus homólogos franceses. Ellos si que están en lucha contra el verdadero enemigo, y es una lucha que creo que todos debemos apoyar.
El enemigo no va en tractor, sino en coche oficial; el enemigo no viste ropas de trabajo, sino corbata; el enemigo no sufre los rigores de la climatología, sino que se enriquece de igual modo al calor de la calefacción del despacho o al frío del aire acondicionado; el enemigo, en la mayoría de las ocasiones, no ha pisado el campo en su vida y tiene la misma idea del asunto que la que tengo yo, es decir, ninguna. El enemigo es quien, a lomos de una inmensa burocracia y un abismal interés confiscatorio, hace que la distancia entre el precio de producción y el de venta al público sea sideral, de forma que en las mentes igual de perversas que las suyas o en las totalmente desinformadas cale el mensaje de que el agricultor es uno de los grandes culpables de la inflación.
A lomos de la gran mentira ecofriendly, las trabas que sufren son enormes; nos encontramos una vez más ante una terrible trampa….Cómprate un coche eléctrico para no emitir, pero mira para otro lado cuando te hablen de la contaminación generada en algunas de las grandes potencias asiáticas; que nuestros agricultores se enfrenten a una regulación bestial en cuanto a pesticidas, pero plantemos olivos sin control en Marruecos para luego importar sus productos; que tengan que cumplir los dictados de la dichosa agendita en cuanto a emisiones, pero permitamos que entre producto de Sudáfrica sin pararnos a mirar si son terribles generadores de ansiedad climática. En resumen, acabemos con el sector en Europa, ya nos inventaremos otro sector al que joder vivo con tal de mantener nuestras prebendas en Bruselas.
Por eso, creo que debemos dar todo nuestro apoyo a los agricultores; quizás nos fastidien un viaje, posiblemente no podamos disfrutar durante unos días de nuestros productos favoritos. Creo que nos debe dar igual, porque al final si no se imponen, no disfrutaremos de esos productos nunca más. Seremos los más ecofriendly, los que mejor cumplen con la agenda, si; pero lo haremos conduciendo un coche fabricado en países que no sufren lo más mínimo por las restricciones climáticas, mientras nos comemos una fruta cuya producción no habrá sufrido de ninguna traba y que, además, terminará por ser tremendamente más cara. Porque cuando no hay competencia el precio sube.
Y no solo creo que debamos apoyarles, sino que creo que necesitamos pensar en si no debería ser la primera rebelión entre otras muchas; ojalá un mundo sin burócratas, todos saldríamos ganando.