Hace algún tiempo, en la mayoría de restaurantes de menú del día que se preciaran, los jueves había “paella” (o arroz con cosas, no se me vaya a ofender algún lector valenciano). La receta es, si no esperas un arroz de calidad, relativamente sencilla: un sofrito, x medidas de arroz, 2x medidas de agua, y “cosas”, desde los criminales guisantes (no soy valenciano, pero concuerdo con ellos en que esto debería tener el mismo tratamiento penal que la piña en la pizza) hasta los socorridos calamares, pasando por esa gamba arrocera de la que si consigues obtener algo comestible una vez pelada, te convalida para el examen a próximo personaje de Marvel, hasta llegar al trozo de carcasa de pollo del que arrancar algo comestible es digno de quienes sufrieron el terrible accidente aéreo de los Andes.
Esta pasada semana hemos tenido esa paella de los jueves, rediviva en ese pomposo foro de Davos que nos ha dejado más o menos lo de siempre. Dos tacitas de clima, cuatro de igualdad, echamos un poquito de “wokismo” para aderezar, hablamos de la pobreza desde el púlpito de un gasto no productivo ingente, le ponemos una ración de paz mundial a modo de guisantes, algo de carcasa de pollo disfrazada de justicia social, colamos como aderezo las bondades de ese crimen contra la libertad que es la identidad digital, y ya estamos listos para seguir con el juego.
Pero, ¡ay amigos!, de cuando en cuando llega un cocinero nuevo al restaurante y de repente se le pone en los mismísimos que nada de paella, que si bien algunos clientes son presas de un automatismo que les hará cabrearse ante la ausencia de lo que consideran una dosis de felicidad semanal, otros clientes celebrarán el fin de la receta de cada semana, se darán cuenta de que aquello no funciona, que ser presas del cocinero de siempre les convierte en esclavos de ese arroz pasado y lleno de guisantes, que cada vez es más complejo de comer porque vas descubriendo la verdad del mismo, que no es otra que el puñetero arroz es absolutamente incomestible.
Ese nuevo cocinero llegó esta semana a Davos, y con un discurso absolutamente impecable, se despachó contra quienes propugnan sin ambages que hacernos dependientes del Estado nos hará mejores, que el control absoluto sobre nuestras vidas es bueno para nosotros porque nos ayudará a convivir, que el responsable de lo malo es el individuo y el garante de lo bueno es el Estado, y resto de recetas de esa “comunidura” en la que se ha convertido la socialdemocracia. Y lo mejor del discurso fue hacerlo en casa del enemigo, sin contemplaciones y sin temor, al más puro estilo de aquel Raúl que mandó callar al estadio del Barcelona.
Creo que lo que ocurrió supone un rayo de esperanza; por supuesto que de las palabras a los hechos hay un camino muy arduo por recorrer, quizás lleno de trampas que lo imposibiliten. Pero solamente el hecho de agitar las conciencias, de convencer a unos cuantos de que otro mundo es posible, de hacer ver que aumentar el Estado no es la solución sino el problema, de que muchos entiendan que la receta comunista disfrazada de social nos conduce al abismo, solamente eso vale muchísimo porque habrá conseguido despertar a más de uno.
El precio de la grandeza es la responsabilidad, dijo Churchill; y no, no se refería a la responsabilidad colectiva, sino a la individual. Vayamos a por ello, hay esperanza.
Totalmente de acuerdo contigo. El tipo tiene una pinta muy muy rara, y dudo que pueda/le dejen hacer ni la mitad de lo que dice. Además, son un tanto radicales una parte de sus ideas; pero la "frescura" del cambio de paradigma que propugna y la valentía de decirlo a la cara de los que mandan (y que al ser los principales beneficiarios no quieren que se solucione) es una bocanada de aire fresco y puro que alivia, aunque sea momentáneamente, el ahogo institucional y mediático al que estamos sometidos diariamente. Además, ha logrado ya sacar las vergüenzas del sistema a la luz pública con su ¿inexplicable? victoria. Entre más de lo mismo y el abismo, los argentinos eligieron intentar algo nuevo; total, los que pagan la fiesta sólo pueden ir a mejor....