Comprar un autobús para transporte público urbano ronda los 300.000 euros, en números gruesos. Cantidad que sale de nuestros bolsillos vía recaudación de impuestos; con carácter general, ya que existe la posibilidad de que alguien done de su propio bolsillo la cantidad necesaria.
Bien, pues hay que conseguir esos 300.000 euros de alguna manera, porque aunque la actual presidente del Consejo de Estado dijera que el dinero público no es de nadie, la realidad es absolutamente distinta, el dinero público es de todos y cada uno de nosotros.
Por otro lado, un comprador de Lamborghini (es una marca, no tiene plural, no se puede decir Lamborghinis, igual que no se puede decir Dassaults Falcons - por hablar de algo que a lo mejor suena más sencillo para algunos), pagará por su vehículo un mínimo de alrededor de 250.000 euros, si es que hay alguien que compra un vehículo de esa marca y se lleva la versión mínima, cosa que no creo que ocurra. Pero, es igual, quedémonos en esa cantidad. Esa compra generará, en el acto, dos impuestos: un IVA que superaría los 50.000 euros y un impuesto de matriculación que se acercaría a los 40.000.
Vamos a sumar el impuesto de circulación, que depende de la ciudad, pero podemos estimar en los 200 euros. Con una vida media del coche de 10 años, por poner una cifra, pues se habrán recaudado otros 2.000 euros.
Y, por otro lado, el sufrido comprador tendrá que repostar. Ya sabemos que estos coches beben más que un inglés en Mallorca, pero vamos a ser generosos diciendo que cada cien kilómetros recorridos, vamos a poner el juguete se casca alrededor de los 20 litros. Si el coche hace, por ejemplo, 10.000 km en un año, habrá generado impuestos por valor cercano a los 2.000 euros.
No entro en el IVA generado en revisiones, cambios de neumáticos, aceite, etc, etc; tampoco en lo que se genere cada vez que el coche pase la ITV. Tampoco en los impuestos generados en la fabricación, y tampoco en los impuestos y cotizaciones generados por todos los trabajadores de la cadena. Porque incluso dejando esto al margen, podemos simplificar en que el comprador del Lamborghini habrá pagado, por el hecho de comprar ese coche, un tercio de un autobús él solito.
El verdadero problema estriba en que ese dinero no se gasta en comprar el autobús, sino en colocar a un asesor detrás de otro, y eso si que es absolutamente improductivo para todos nosotros.
Así que, vamos a dejarnos de tanto tragarnos el temita de más autobuses públicos y menos Lamborghinis (encima diciéndolo mal), porque lo que en realidad encierra la frasecita es os quiero a todos en el autobús para que nosotros nos lo podamos llevar crudo mientras os seguimos tomando el pelo, idiotas.
A ver si somos capaces de convertirlo en más Lamborghini para poder tener más autobuses públicos y menos asesores, chupópteros y correveidiles.
No se puede explicar mejor!!!
No sólo son los asesores, que también. Es que, en este caso concreto, podía hacérselo mirar; porque la cantidad de recursos destinados a transporte de "excremencias" es inmensa. Falcon, SuperPuma, Audis A8 blindados, etc etc; además de l uso más que particular dado a esos recursos. Vamos, que a mí, lecciones sobre esto, ninguna.