Cantaban Los Planetas aquello de Me he despertado casi a las diez para abrir así la narrativa sobre lo que para uno de ellos había sido Un buen día.
En el camino, desayuno leyendo el Marca, cañas, comics, fútbol televisado, hasta acabar en una noche movida….Pero, lamentablemente, el buen día no terminaba bien, al acordarse de otra persona y no poder dormir.
Mi día de ayer nada tuvo que ver con el de Jota, ni siquiera me desperté a la misma hora que él ni leí el Marca, tampoco me enfrenté a antiguos tebeos ni me entregué al uso de sustancias en la noche madrileña. Como además moto no tengo, pues tampoco bajé con ella hacia los bares de siempre. Incluso dormí como un auténtico leño, aunque quizás sin llegar al mínimo de horas de sueño recomendado. En lo de las cañas si que coincidimos, ayer las hubo y, cual sevillano en feria, doblando turno de mediodía y de tarde.
Sin embargo puedo decir que, imitando a la canción, fue un buen día que terminó con sabor agridulce.
Un día festivo en la compañía en la que trabajo, una fiesta preparada con cariño para todos los empleados y sus familias, en la que los pequeños pudieron disfrutar de eventos y actividades que les hicieron pensar en la posibilidad de que pudiéramos repetir en 2124, bendita inocencia.
Un bonito día en los aledaños del Paseo de la Castellana, con cerveza, buen ambiente e ilusión por la convicción de que era el día en el que rematar el trabajo de muchos meses y dejar todo listo para la segura celebración de otro campeonato más. Lástima que alguno no pudiese venir, el próximo 8 de mayo nos desquitaremos.
Un día rematado en lo futbolístico a la heroica, con ese ardor guerrero capaz de levantar en veinte minutos a un estadio tristemente adormecido durante otros setenta; con eso que ahora estúpidamente llaman ADN - otro día hablaremos del lenguaje del periodismo futbolístico, cada vez más trufado de expresiones terrible -, y que no es más que la aplicación de aquella gran enseñanza de don Alfredo, “Ningún jugador es tan bueno como todo el equipo junto”. Un partido que, además, nos dejó la posibilidad de ver una nueva demostración de que hay tipos a los que jamás hay que menospreciar por su edad sino aprender de ellos y disfrutar cada lección como si fuese la última.
Un maravilloso día al fin y al cabo, pero que terminó empañado por la constatación de lo que ya se preveía, los números no engañan, dentro de cuatro años un lugar increíble entregará su destino a un escenario de consecuencias imprevisibles. Una auténtica lástima.
Aunque el análisis es más amplio, me quedo con la parte futbolera y podemos decir que con algunas sombras ha sido una buena semana