Antes de nada, mis disculpas, ayer debió haberse publicado este texto, pero me equivoqué al fijar la fecha de envío. Así que lo recuperamos hoy.
Hace unos días participé en una conversación que versaba sobre los libros que en cada colegio leen los estudiantes.
Una de las personas que participaba en la misma lleva a sus hijos al mismo colegio en el que yo pasé once años, y comentaba que en el programa académico de sus hijos figuraban títulos “modernos” como Las crónicas de Narnia.
Más allá del error de considerar modernos unos libros escritos hace setenta años (error seguramente causado por las adaptaciones cinematográficas de los mismos), si que me hizo pensar un poco en que se había producido un cambio en el tipo de libros que los profesores nos pedían leer, e inmediatamente vinieron a mi cabeza tres títulos que me marcaron negativamente por el infierno que me supuso su lectura en el albor de la adolescencia. Tras haber leído reseñas sobre dos de ellos y haber profundizado un poco más en sus autores, y repetido la lectura del tercero de esos volúmenes, estoy convencido de que simplemente no eran libros indicados para la edad en la que nos los mandaron leer.
Esos títulos que quedaron a fuego grabados en mi memoria son: Mis amigas las truchas, Industrias y andanzas de Alfanhuí, y Rebelión en la granja. No es tan nítida en el recuerdo esa edad en la que hube de visitarlos, pero estimo que debió estar entre los doce y los catorce ó quince años a lo sumo. De ellos, solamente he sido capaz de releer uno, la genial (ahora sí) obra de Orwell; y, en el momento adecuado, pude ver lo que el autor transmite en este libro, en el que hace una alegoría sobre las teorías marxistas y leninistas y, por encima de todo, sobre como el poder termina en corrupción moral y en la tentación de ejercerlo de forma absoluta, como inevitablemente ocurre en la obra.
La revolución animal comienza sustentada sobre siete mandatos, siendo el séptimo de ellos el que dice que todos los animales son iguales. Y acaba, absolutismo mediante, en que ni rastro queda de seis mandatos; solamente ese séptimo queda en pie, pero rebautizado así: todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros.
¿Les suena de algo? Todos al autobús, así seremos más iguales. ¿Qué importa que yo no tenga nada mientras quien dicta las normas si que lo tiene? Lo importante es que mi vecino tampoco lo tenga, con eso viviré feliz.
Yo insisto... Este tipo de texto tiene que estar en un medio de cobertura nacional; es más, de cobertura global... Que lo lea mucha gente... No sabes cuanto terror me causó el libro de Orwell cuando lo lei y ya paso de los 50 años... Es tan verdadero de lo que esta sucediendo hoy dia... Muy inquietante, la verdad. Gracias por tus reflexiones.
A mí me pasó lo mismo con Obras Clásicas de los grandes literatos españoles. Leer el Quijote con 10 u 11 años me parece un crimen. Otro libro que me horripiló y me llevó a renegar de la lectura de títulos serios fuera de mis temas favoritos durante mucho tiempo fue "las inquietudes de Santi Andía" o algo así. Libro horripilante para un adolescente casi pre púber. Sólo espero que no manden títulos pro woke para "educar" a los chavales y si den cierta amplitud de g´ñeneros apra que cada uno descubra qué es lo que más le gusta.