Qué sorpresa vendrá...
Asistimos, algunos con sorpresa, otros con júbilo, quizás muchos con la indiferencia que causa el hastío y unos cuantos con indignación, a la firma del pacto entre los representantes de Epístolos I y Pacato III di Genoa, para la renovación del CGPJ; renovación tardía y aplazada desde tiempo ha, de cuyo bloqueo podemos sacar algo positivo, y es que buena parte de la masa ha podido enterarse de la existencia de este órgano, e incluso quizás una pequeña parte de esa masa haya comprendido para qué sirve, por qué es importante y en qué consiste esa gran farsa que dice que constituye un poder independiente.
Para adentrarnos en el acuerdo, empecemos por aislarnos del terrible punto de partida, que no es otro que tener que ver una imagen en la que los dos partidos que fueron votados por cerca de tres cuartas partes de los españoles, tienen que firmar este acuerdo fuera de España aparentando una suerte de cumbre bilateral y haciendo gala de un absoluto desprecio por el papel que en este asunto debieran jugar el Congreso y el Senado, interpretando que sus mayorías en ambas cámaras les confieren cierta propiedad sobre las mismas.
Dejemos al margen también el esperpento que supone que unos políticos que se están repartiendo el poder judicial a pachas, nos vendan una historia sobre despolitizar la justicia, que por el momento no es más que un ya veremos, que depende de según y es posible que quien sabe, seis meses en la política actual son aún más longo que noventa minuti en el Bernabeu. Máxime cuando si hay algo claro en todo esto es que solamente un poder judicial independiente puede poner límites a las tropelías cometidas o por cometer a uno y otro lado del muro, así que ya me dirán como tragar con tanta buena voluntad.
Obviemos también el historial relacionado con la política de algunos de los nuevos elegidos, con ocupación de altos cargos en diferentes administraciones. Si, puede que no haya militantes, de acuerdo; pero eso no hace que la relación de algunos de ellos con los representados por los firmantes, no sea absolutamente evidente.
Y, no menos importante, pongamos a un lado que el totalmente politizado TC, algo en este caso lógico porque no es un órgano judicial sino político, ha decidido hacer de su capa un sayo y enmendar la plana al Supremo.
Bien, con todas estas consideraciones menores fuera de la ecuación, pues a lo mejor hasta parece que el acuerdo para la renovación del CGPJ es bueno: nadie tiene mayoría política, se establecen mayorías reforzadas en las votaciones, elimina relativamente las puertas giratorias, no confiere cuota de poder a quienes no representan más que a un pequeño segmento de la población, elimina potestades políticas en nombramientos para el Supremo, establece ciertos límites al fiscal general……Y, como colofón, dota de mayores medios a la Justicia, algo que me consta es altamente demandado por los profesionales de la misma, los que están en el día a día alejados de las intrigas palaciegas, aquellos que tienen que echar la bola al piso.
Además, algo que cabrea a todos los extremos sin excepción (si, a todos, también existe la extrema izquierda aunque este sintagma no figure en los manuales de opinión sincronizada), algo que sume a Sumar en su enésima contradicción derivada de la necesidad de hacer oposición al Gobierno del que forma parte porque a su vez forma parte también de esos extremos cabreados, algo que deja la cara que deja en algún que otro líder independentista, debería sobre el papel ser bueno.
Sin embargo, si algo nos ha enseñado quien ostenta actualmente la condición de segunda autoridad del Estado es a desconfiar, a tener claro que no es oro todo lo que reluce, a pensar que bajo la manga esconde un as y a saber que esa carta puede jugarla de forma sorprendente en cualquier momento de su conveniencia, haciendo de Pacato el único hombre que puede superar a Morata en ese extraño arte de caer en fuera de juego.
Solo sé que no sé nada, dijo Sócrates. Yo solo sé que no sé cuál será la sorpresa que Epístolos nos prepara, pero que es altamente probable que la haya. Quizás este acuerdo solamente responda a eso que su brillante maquinaria convino en calificar como hacer de la necesidad virtud.