¿Progreso?
Personalmente, suelo votar en clave económica; vista la tomadura de pelo absoluta que suponen todos y cada uno de los partidos ahora mismo, preocupados casi la totalidad de sus integrantes por sus propias posaderas y no por hacer una gestión responsable de nuestro dinero y darnos lo que la altísima presión fiscal a la que estamos sometidos merece, el componente ideológico me importa poco porque ese si que es el gran bulo con el que nos hacen comulgar.
Piensen por ejemplo en una candidatura que dijera que va a suprimir el impuesto de sucesiones en la empresa familiar hasta un tercer grado, va a bonificar dicho impuesto al 99% para padres, hijos y cónyuges de la persona finada, que propone reducir el primer tramo del IRPF hasta un 9.5%, o que aboga por deflactar todos los tramos de dicho impuesto para que el ciudadano no sea devorado por el efecto de la inflación. Que incluso plantea la posible eliminación del tremendamente injusto impuesto sobre el patrimonio, y una revisión del impuesto sobre actividades económicas.
Y todo ello acompañado de una unificación de organismos de forma que se reduzca el gasto político.
Vamos, lo que en mi opinión es una perfecta receta para garantizar la dinamización de la economía y, por tanto, el progreso; si, pienso que el progreso es exactamente eso, una fiscalidad justa que permita a la persona crecer por si misma y contribuir a una sociedad más rica y, por tanto, mejor.
Convengamos que a esta persona se le tildaría, en el mundo orwellgoebbeliano que nos ha tocado vivir, de peligroso ultraderechista que quiere acabar con los servicios públicos, favorecer a los ricos y ser un reaccionario que se opone a las políticas progresistas. Vamos, más o menos el retrato que se hace de quien preside la comunidad autónoma de mayor y más sostenido crecimiento.
¿Esta persona jamás podría formar parte del maravilloso bloque progresista, no creen?
Pues resulta que si, que si que es posible. Resulta que la receta fiscal expuesta arriba no es aquella con la que concurrieron a las urnas quienes hoy presiden Madrid o Andalucía; resulta que es la propuesta en materia fiscal nada más y nada menos que del candidato que este domingo se somete a las urnas desde el otro lado de los Pirineos, receta con la que hará frente al muñeco de trapo al que quien mueve los hilos hace cacarear consignas que no se cree.
Una propuesta que puede movilizar a la tradicional burguesía catalana, a la cual gusta - les alabo el gusto - hablar el lenguaje de la riqueza. Una propuesta que puede determinar que todos quedemos absolutamente bloqueados, ante el juego de apoyos que se pueda producir simultáneamente en Barcelona y Madrid más parecido al juego de las sillas que a otra cosa, y en el que mucho me temo que la música pillará compuesto y sin silla al filósofo.
Pase lo que pase, no olviden la filfa: no existe un bloque progresista, no existe una mayoría social partidaria del expolio fiscal y el estado elefantiásico. Existen puros y duros matrimonios de conveniencia, y esos no suelen acabar bien.