II Epístola
Epístolos I de Ispanía ha dirigido su segunda misiva a ese nuevo concepto por él creado que es la ciudadanía; nuevo concepto no por la inexistencia del término, sino porque su merced ha decidido darle un nuevo significado.
Por decreto de Epístolos I, solamente forman parte de la ciudadanía aquellos que estén dispuestos a brindarle todo su apoyo ante cualquier hecho y bajo cualquier circunstancia, aquellos que vorazmente sepan repetir consignas sin ir más allá, y/o aquellos que no osen cometer el mayor crimen que a día de hoy se puede cometer en el que Epístolos I considera su reino, que no es otro que votar a cualquier partido que por su vuecencia sea considerado ultraderecha; les recuerdo por si acaso que votar a ciertos partidos de derecha en territorios concretos está permitido, siempre y cuando hablemos de elecciones generales, no así en otras convocatorias. En román paladino, al menos el 50% de la población de España ha quedado mágicamente desposeída de su membresía ciudadana; si se cuentan entre ellos, no se esfuercen en pedir recordatorios de contraseña, su cuenta ha sido desactivada.
En la creación de este nuevo concepto de ciudadanía comienza y termina la aportación literaria de Epístolos I, cuya carta es una demostración magnífica de una absoluta agrafía.
La apertura, “Nueva carta a la ciudadanía,” recuerda sobremanera a esas introducciones en las que todos caímos de niños al enfrentarnos a una redacción escolar que no sabíamos como comenzar, algo así como Redacción sobre mi verano. A partir de tan soberbia introducción, Epístolos I se adentra en una sucesión de párrafos carentes del mínimo hilo argumental, trufados de incoherencias y contradicciones, con auténticos desprecios por la más elemental inteligencia del lector, y por encima de todo, con el Principio de Transposición de Goebbels por bandera; principio consistente en cargar sobre el adversario los errores o defectos propios. Del uso de las comas, mejor no hablamos, ni son todas las que están ni están todas las que son; ni siquiera las que están y son ocupan en varios casos su lugar correcto.
Como no podía ser de otra forma, la circular cuenta con la pertinente exhibición del mercado de los términos que los acólitos deben repetir hasta la saciedad. Observamos en este mercado que las acciones de extrema derecha y derecha extrema han sufrido una OPA de exclusión y ya no cotizan, ahora toda la apuesta se concentra en ultraderecha, una acción más fácil de entender al unificar toda la línea de productos en uno; fango y bulo son valores que gozan de buena salud, se recomienda mantener. Por supuesto la compañía progresista continúa siendo una tremenda vaca lechera, su rentabilidad por dividendo es altísima. Y para inversores sin aversión al riesgo, mi apuesta decidida es por la fuerte irrupción en el mercado de tabloide, una compañía que descubrió que su competidor pseudo medio representaba un concepto demasiado complejo de entender para la masa, y excesivamente difícil de pronunciar para los dos más fervientes aplaudidores de Epístolos, poco dotados para la más elemental dicción.
Con todo y con ello, y después de varias lecturas, creo que de la II Carta de Epístolos I a Su Ciudadanía se puede extraer un tremendo nerviosismo en el escriba, con una reacción que lleva a pensar que si el río suena es porque agua lleva. Pero da la impresión de que esa intranquilidad, que es exactamente lo que denota al decir “estamos muy tranquilos”, dará lugar a la enésima huida hacia delante, cuyas consecuencias son totalmente imprevisibles.
Mientras tanto, al otro lado del muro sigue sin haber nadie al aparato. Lo que haría la brillante maquinaria de comunicación al servicio de Epístolos si estas cartas las escribiera Pacato III di Genoa….