Hormigas revueltas
Me atrevo a afirmar que, hasta donde me alcanza la memoria, no he visto un solo programa completo de El Hormiguero; y puedo decir que ni siquiera demasiados pasajes puntuales del mismo. La verdad, nunca le he cogido el pulso al entretenimiento que pretende brindar, ni el programa ni sus personajes.
Con más rotundidad aún puedo decir, porque aquí si que el recuerdo es nítido por el menor horizonte temporal, que jamás he visto un episodio completo de La Resistencia, ahora devenida en Revuelta. Tan solo algún vídeo corto, sin encontrarle demasiado la gracia, ni al formato ni al presentador.
Ahora bien, respeto bastante a ambos presentadores como profesionales, si han conseguido lo que han conseguido, es por algo. Igual que respeto profundamente a quien considera entretenido tanto a uno como a otro, incluso a quien considera que ambos le brindan diversión. Simplemente a mi no me gustan, ya está, pero jamás buscaré ningún tipo de superioridad moral impostada frente a quienes lo consumen.
Sin embargo, lo confieso, quiero que pasen a la velocidad de la luz estas primeras semanas de competencia entre ambos espacios. Estoy hasta el gorro de encontrar en los medios, artículos sobre la cacareada guerra de audiencias entre ambos espacios.
Pero sobre todo, estoy hasta las narices sobre el debate político alrededor de este tema, que no es más que un medio para distraer la atención y para que unos y otros nos tengan hablando de estos dos presentadores, mientras a un lado y otro siguen a lo suyo. Este eterno debate entre sanchismo y fanguistas se está llevando a puntos donde se roza, cuando no supera, la más supina estupidez; y este es uno de ellos. Y se roza la estulticia porque se consigue el objetivo, cuanto más se hables de hormigas revueltas, más se olvidará la masa de los verdaderos problemas.
¿Molesta el dinero público que se destina a uno de los dos formatos? Lo acepto, a mi me resulta molesto; pero no por el programa en si ni por su presentador, de quien tenía la misma opinión cuando hacía lo mismo que hace ahora pero con dinero privado. Me resulta irritante porque no creo que se deban destinar algunos cientos de millones de euros a algo que hace mucho que dejó de funcionar.
Recordemos que hay cinco millones de personas en España que la pasada semana vieron uno u otro formato; es decir, hay cuarenta y cinco millones que no vieron ninguno. ¿De verdad es tan importante el tema? ¿O es que simplemente nos hemos acostumbrado tanto a hablar de asuntos que solo afectan a minorías que ya no sabemos hacer otra cosa?