Este pasado fin de semana han sido noticia dos tipos por haber anunciado idéntica decisión, que no es otra que dejar su trabajo dentro de unos meses.
¡Vaya narices dejar el trabajo voluntariamente con la que está cayendo!. Es broma, ambos se lo pueden permitir sin problema, podrían incluso no trabajar más en su vida y no pasarían dificultades, porque esos dos tipos son Jurgen Klopp y Xavi Hernández.
No se vayan todavía los no futboleros, por favor, que quizás hoy también haya un giro….
Decía que ambos han sido noticia por lo mismo, abandonan los dos clubes a los que entrenan a final de temporada; Klopp lo hace tras nueve años en los que ha ganado, como grandes títulos, una liga y una champions, mientras que Xavi lo hace tras dos años y medio con una liga como balance de títulos mayores.
Y, sin embargo, nada ha tenido que ver la despedida de uno y de otro. Mientras uno lo hace en un momento álgido para su equipo, se va en loor de multitudes y con el agradecimiento infinito de club, jugadores y aficionados, y lo hace de la mano de un club que apoya su decisión y pone todos los medios para que la despedida conlleve el reconocimiento merecido a una trayectoria, el otro lo hace dejando una imagen lamentable de institución totalmente destrozada, tras una humillante derrota, y sin ningún tipo de apoyo.
Hasta aquí lo objetivo, más allá de mi conocida simpatía por uno de los dos clubes y uno de los dos personajes, y mi conocida animadversión por los otros, club y personaje.
Lo subjetivo es que ambos casos nos dejan lecciones de muchísima aplicación empresarial:
La primera de todas, ser un magnífico técnico en tu ámbito de actuación no te hace automáticamente un buen líder, mientras que se puede ser un buen líder sin haber sido un brillante peón. Así, mientras Xavi fue un grandísimo jugador y un mediocre entrenador, la carrera de Klopp como jugador pasó sin pena ni gloria y sin embargo su carrera como técnico es magnífica. No nos empeñemos en hacer general al soldado más fiero en la batalla, hagámoslo con quien más cabeza ponga en evitar bajas entre sus compañeros.
Por otro lado, podemos ver también que un líder debe sacar el máximo partido de todas sus piezas, y amoldar su liderazgo a lo que tiene. Tratar de amoldar a los empleados a como tú crees que tienen que trabajar, normalmente no va a funcionar; si un tipo es muy bueno haciendo tornillos y a ti como líder se te pone en la nariz que haga magdalenas, créeme que no va a ir bien. Y, mucho peor, si arrinconas al que no sabe jugar como tú dices en vez de tratar de sacar todo su potencial, estarás cometiendo un descomunal error. Klopp se adapta, usa las piezas que tiene y les saca lo mejor a cada una de ellas, mientras Xavi insiste en un discurso basado en este es el proyecto y se hace así, sin pararse a pensar si es posible hacerlo con lo que tiene o si unas adaptaciones a dicho proyecto funcionarían mucho mejor.
Tercera, olvida la gresca por la gresca. La gente no quiere pasar su vida embarrada, o no más de lo necesario. Si tu foco es el barro, en el mejor escenario posible serás olvidado cuando tu ciclo pase, en el más probable serás recordado con algo parecido al odio por mucho éxito que tengas; y casi cuantos te rodean, desearán que ese ciclo sea breve como un suspiro. Klopp ha sido un tipo claro, directo y duro en la defensa de lo suyo, pero sin buscar grescas innecesarias, Xavi ha sido lo contrario. Así se van uno y otro, y ese legado dejan.
Por supuesto que podríamos sacar otras enseñanzas, pero por resumir, permítanme fijarme en una cita de Confucio, que resume perfectamente la labor de uno y otro al frente de sus equipos: “El buen líder sabe lo que es verdad, el mal líder sabe lo que se vende mejor”
¡Cuantísimas lecturas tiene esto!