Mis, en algunos casos, queridos indios, tienen cierta dosis de superioridad moral impostada aunque les cueste reconocerlo. Como pruebas de la misma tenemos algunas expresiones como No lo pueden entender o la que da título a este artículo, De padres a hijos, expresión que confiere a la herencia filial del gusto por los colores rojiblancos un aura diferente al traspaso paterno del sentimiento madridista. Hay quien se empapa de ese aura especial, hay incluso quien se molesta por ella; a mi personalmente me da igual, no doy al asunto un valor vital especial más allá de tener una preciosa afición que aporta sinsabores y alegrías, como todo en esta vida. Eso me hace no sentirme culpable por animar al club más laureado de la historia de este deporte. ¿Por qué soy madridista? Porque así lo heredé de mi padre, al igual que hay otros que han recibido en casa los colores rojiblancos, azulgranas o los del equipo de su localidad de origen; no hay más que eso, y no pediré perdón por ello ni me voy a tragar esas historias de que nosotros solamente estamos ahí cuando ganamos.
Como algunos habréis notado, anteayer no hubo cuaderno; a la hora habitual de publicación de estas humildes letras amanecía en la pequeña Braga, una coqueta localidad del norte de Portugal. Desde ya esta ciudad tiene un espacio privilegiado en mis recuerdos. He tenido la oportunidad de poder hacer unos cuantos viajes a lo largo de mi vida cuyo destino estaba marcado por aquel lugar en el que el Real Madrid disputase un partido de la Copa de Europa, viajes en los que he disfrutado como un auténtico enano, porque como dicen los ingleses away days are the best days. Pero como digo, Braga ya ha pasado automáticamente al top de esos viajes.
Porque al igual que de mi padre heredé la afición madridista, he inculcado la misma a mi hijo mayor. Y ha sido Braga la ciudad que nos ha dado la oportunidad de hacer nuestro primer viaje futbolístico juntos, un viaje que se resume con mucha facilidad en una única palabra: maravilloso.
Y es que, aunque juntos hemos presenciado ya una buena colección de partidos en el Santiago Bernabeu, no es lo mismo. Pasar juntos el día entero, rodeados de gente estupenda que han acogido al chaval como uno más (muchas gracias Javi and co), que haya visto que el madridismo también es capaz de animar, y sobre todo ver lo que ha disfrutado……es un recuerdo imborrable.
Para nosotros quedan las anécdotas y momentos vividos, también los pequeños ratitos de aburrimiento por tanto tiempo con los vejestorios; quizás algún día él las escriba cuando yo no esté, pero esperemos que hasta entonces haya podido acumular muchas más en otros viajes. Porque, queridos amigos, el madridismo también es capaz de sentir y de legarse de padres a hijos, siento romperos la exclusividad a algunos queridos lectores rojiblancos.
No me quiero despedir sin volver a agradecer a dos lectores, no ya habituales sino de los top en actividad. Gracias por todo Lorena y Javi.
Enhorabuena Rafa! Me alegro mucho
Un placer compartir, tanto ese día físicamente, como lo que describes en estas líneas.
Ya sabes lo que te decía: que se repita!