De embustes va la cosa
Mentira, engaño, embuste, patraña, habladuría, camelo, infundio, bola, trola, cuento, paparrucha, chisme, rumor, voz, hablilla, filfa.
Todos estos términos son los que la Real Academia Española considera como sinónimos o afines del término bulo, el cual define como noticia falsa propalada con algún fin. Si, propalada que no propagada, no es un error; aunque una de las acepciones de propagar tenga un significado similar a propalar, no es lo mismo. No me las quiero dar de listo, yo no conocía el término, así que hoy he cumplido aquello de no acostarme sin saber una cosa más.
Si nos ceñimos al significado exacto de bulo, podemos encontrar unos cuantos ejemplos a ambos lados del muro. Y ese es el quid de la cuestión, a ambos lados del muro.
Reconocido esto, miremos no tanto al significado literal de bulo sino a sus términos afines enunciados al principio, y a partir de ahí repasemos:
Mentira, dícese de la expresión rotunda acerca de la imposibilidad de una ley de amnistía, imposibilidad rotunda que cambia automáticamente una vez se han recibido unos cuantos miles de votos tranquilizados por esta promesa.
Engaño, dícese de la supuesta intranquilidad nocturna que genera el pacto con el populismo blochevique, súbitamente eliminada con un pacto de efectos más relajantes que el diazepam.
Infundio, dícese de la atribución no probada de la ingesta de sustancias tóxicas por parte de líderes extranjeros no afines a la causa.
Chisme, también conocido como dimisión en diferido evitada por el clamor popular.
Trola, también llamada poner en boca del rival palabras no dichas sobre la obligación de no trabajar del propio cónyuge y repetirlo insistentemente pese a que cualquiera puede escuchar las palabras reales que, ni por asomo, sugerían semejante estupidez.
Cuento, que en su acepción de cuento chino se puede traducir como Sanidad y Educación, pero jamás en ingente gasto político improductivo.
Y así podríamos seguir con cada una de las acepciones.
Los del otro lado del muro no están libres de pecado, ni mucho menos, pero que los reyes de la filfa nos hablen de la necesidad de acabar con los bulos es como para echarse a reír, aunque la situación esté para pocas coñas.
Lo que ocurre es que, una vez más, los reyes de la comunicación manejan como nadie los mensajes y los tiempos, y los de siempre se quedan a verlas venir sin enterarse de por donde les llueve la bofetada; y así, el bulo se transforma en real y la verdad en patraña, exactamente lo que buscan.
Lamentablemente, al otro lado del muro parece que sigue sin haber vida inteligente más allá de casos aislados. Así que, vía libre a los camelos.