¿A por ellos? No, a por nosotros
“Esto no puede ser no más que una canción, quisiera fuera una declaración de amor, romántica sin reparar en formas tales que pongan freno a lo que siento ahora a raudales”, cantaba Pablo Milanés en su mundialmente conocida canción Yolanda, tributo a su segunda esposa.
Bien podría suscribirla Epístolos porque, una vez más, su Yolanda, aún siendo cada vez menos amada por Su Persona, ha demostrado su papel estelar como supuesta tonta útil poniendo un puente de plata hacia el expolio, y haciéndolo en el momento adecuado a la conveniencia mediática para Epístolos.
Y es que, ante la gravedad del plan de generación de la autocracia presentado ayer por Epístolos, ha pasado ligeramente desapercibida la presentación de medidas fiscales que la escisión que Resta de lo que No Pudimos, hizo el día anterior. Medidas que presentarán al Gobierno, así en tercera persona, como si ellos no fueran una parte del mismo.
Es evidente que todo es un gran paripé, y que ni todos los disparates presentados por quien ostenta una de las vicepresidencias se introducirán en los presupuestos, ni todos ellos serán rechazados. Una vez más, está todo acordado de antemano y cada uno jugará su papel; eso si, con un argumentario común, ¡los ricos tienen la culpa de todo!
Y la masa seguirá aplaudiendo, sin darse cuenta de que ayer fue rico el del Lamborghini, hoy ya lo es el del Volkswagen y mañana lo será el del Dacia. Sin reparar en que la canción de la sanidad y la educación sonará aún peor al incrementarse la masificación en las mismas derivado de aquellos que, haciendo uso hoy día de lo privado, no puedan continuar haciéndolo si su coste sube repentinamente un 21%. Obviando que el brutal ataque a las empresas solamente tiene un final: generar desempleo, reducir los ingresos y, por tanto, recaudar menos.
¿Tan difícil es que venga alguien que no se dedique a incrementar la ineficiencia estatal hasta límites insospechados y se dedique, simple y llanamente, a incentivar la economía productiva y a reducir el disparatado gasto público no productivo?